domingo, 1 de agosto de 2010

Poemas

¡Oh, la vida!


Que la vida no acorte el ritmo

ni la elegancia de tu paso

Que la vida no te borre el instantáneo

esplendor de la sonrisa

Que la vida no te quite la firmeza

para mirar al enemigo

Que la vida no te quite las ganas

de darle un pellizco, una mordida, una nalgada

a la vida.

Que la vida no te vaya a fosilizar

el abrazo que les das a los amigos

Que la vida no te cuartee demasiado

la ternura

Que la vida no te convenza para que dejes

de llamar al pan pan

y al vino ya tú sabes

Que la vida no te tramite a su gusto

el tiempo que te corresponde

(sobre todo si es pésimo el gusto de la vida)

y que la vida en general no te tramite.

Que la vida no te quite del todo

la timidez que te protege

Que la vida no encorve tu figura

de tragaespadas de feria

(Que la vida te jorobe sólo

lo estrictamente necesario)

Que la vida te permita vender tus versos

pero sólo por amor por una tarde

y bajo palabra de que te serán devueltos

otra tarde y otro amor.

Que la vida no te dé esa mirada retorcida

que parece haberle dado a aquel

que está ahí nadando en su propia tinta

(en la tinta de sus versos pobrecito)

Que la vida no te deje caer en la tentación

de no tener tentaciones

Que la vida no te fragmente,

ni te parrafee, ni te capitule


Que la vida no te sople al oído las respuestas

Que la vida no te pida

que no le pongas mucho a la vida

Que la vida no te deje escribir

por ejemplo "se ofertan tales cosas"

ni

"en el ofertorio de sus caricias"

porque ambas son barbaridades polares

de la lengua

Que la vida no te dé una lengua

que puedas pisar

(ni siquiera con esa "elegancia de tu paso"

de la segunda línea)


Que la vida te siga dando estas ganas

de luchar por la vida,

Que la vida no te convierta

en una computadora

ni en una cassettera

ni en una máquina de escribir

(ni siquiera bajo la promesa

de que escribirás poemas impecables)

Es más

que la vida no te deje escribir

poemas impecables

Que la vida no te dé esa solemnidad

de académico

ni esa barbita de poeta respetable

Que la vida no te deje ser un poeta

a tontas y a locas

Que la vida no te quite esas virtudes

por las que algunos te odian

Que la vida te quite esos defectos

por los que algunos te aman

(o por lo menos te soportan)

Que la vida no se vaya a confundir

en las dos últimas peticiones

porque sobrevendría un desastre

de eso que ahora llaman ecológicos

Que la vida no te dé

la memoria del elefante

para que no te acusen de autosuficiencia

Que la vida no te dé

el cuello de la jirafa

para que nadie se queje

de que los has mirado desde arriba

Que la vida no te dé la coloración

cambiante del compañero camaleón

a no ser cuando estés tendido

junto a los verdaderos compañeros

bajo la aviación enemiga

Que la vida no te haga vivir

sólo de recuerdos

Que la vida no te deje olvidar

las miserias de otros tiempos

Que la vida no te quite el orgullo

de haber nacido pobre


Que la vida te aleje

de los pobres de espíritu

porque de ellos será el reino de los cielos

pero no éste.

Que la vida no te sobrecoja

salvo con los milagros cotidianos de la vida

Que la vida no te sorprenda

más de 24 veces por segundo

Que la vida no suspenda

el partido por lluvia

Que la vida no te dé tregua



Que la vida te dé otras noches

tan claras y tranquilas como ésta

para escribir poemas

donde le pidas cosas a la vida

Autor: Victor casaus


El árbol de los amigos


Existen personas en nuestras vidas

que nos hacen felices por la simple casualidad

de haberse cruzado en nuestro camino.

Algunas recorren el camino a nuestro lado,

viendo muchas lunas pasar,

más otras apenas vemos entre un paso y otro.

A todas las llamamos amigos

y hay muchas clases de ellos.

Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza

uno de nuestros amigos.

El primero que nace del brote es nuestro

amigo papá y nuestra amiga mamá,

que nos muestran lo que es la vida.

Después vienen los amigos hermanos,

con quienes dividimos nuestro espacio

para que puedan florecer como nosotros.

Pasamos a conocer a toda la familia

de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien.

Mas el destino nos presenta a otros amigos,

los cuales no sabíamos

que irían a cruzarse en nuestro camino.

A muchos de ellos los denominamos

amigos del alma, de corazón.

Son sinceros, son verdaderos.

Saben cuando no estamos bien,

saben lo que nos hace feliz.

Y a veces uno de esos amigos del alma estalla

en nuestro corazón

y entonces es llamado un amigo enamorado.

Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios,

saltos a nuestros pies, cosquillitas a nuestro estómago.

Más también hay de aquellos amigos por un tiempo,

tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas.

Ellos acostumbran a colocar

muchas sonrisas en nuestro rostro,

durante el tiempo que estamos cerca.

Hablando de cerca,

no podemos olvidar a amigos distantes,

aquellos que están en la punta de las ramas

y que cuando el viento sopla siempre

aparecen entre una hoja y otra.

El tiempo pasa, el verano se va,

el otoño se aproxima

y perdemos algunas de nuestras

hojas, algunas nacen en otro verano

y otras permanecen por muchas estaciones.

Pero lo que nos deja más felices

es que las que cayeron continúan cerca,

alimentando nuestra raíz con alegría.


Son recuerdos de momentos maravillosos

de cuando se cruzaron en nuestro camino.


Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud,

suerte y prosperidad.

Simplemente porque cada persona

que pasa en nuestra vida es única.

Siempre deja un poco de sí

y se lleva un poco de nosotros.


Habrá los que se llevarán mucho,

pero no habrán de los que no nos dejarán nada.


Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida

y la prueba evidente de que dos almas

no se encuentran por casualidad.

Autor: Jorge Luis Borges

No hay comentarios:

Publicar un comentario